Durante mucho tiempo, la discapacidad fue vista bajo un enfoque estrictamente médico, como un defecto o anomalía que debía corregirse. Esta perspectiva, conocida como el modelo médico hegemónico, priorizaba la cura o eliminación de las deficiencias, sobre todo las físicas, dejando de lado la relación entre las personas y su entorno. Hoy en día, cada vez gana más espacio la visión que entiende la discapacidad como el resultado de las barreras sociales, urbanas y culturales que restringen la autonomía y la participación de las personas con discapacidad. (Banco Interamericano de Desarrollo, 2023). La discapacidad es un tema que atraviesa múltiples dimensiones de la vida social y personal. No se trata únicamente de una condición física o mental, sino de la interacción entre las características de cada persona y las barreras que impone su entorno; si éstas se mantienen, impiden la participación plena y en igualdad de condiciones. De acuerdo con el Informe Mundial sobre la Discapacidad, alrededor del 15% de la población mundial vive con algún tipo de limitación. El reporte también señala que las mujeres tienen mayor probabilidad de enfrentar una afectación de este tipo en comparación con los hombres, y que esta condición se vuelve más común con el envejecimiento.(Organización Panamericana de la Salud). En línea con esto, los datos obtenidos a partir de la Encuesta sobre la Percepción de la Discapacidad (2013) se puede señalar que a nivel nacional, la causa número uno de discapacidad es el envejecimiento, ya que 27 de cada 100 personas mayores a 60 años presenta algún tipo de discapacidad o limitación de sus funciones. Según la Ley Para el Desarrollo e Inclusión de las Personas con Discapacidad del Estado de Coahuila de Zaragoza (2024) se considera persona con discapacidad aquel individuo que, ya sea por causas congénitas o adquiridas, presenta una o más deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales, y que, al enfrentarse a las barreras del entorno social, ve obstaculizada su inclusión plena y efectiva, en condiciones de igualdad con los demás. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, en Torreón residen más de 32 mil personas con algún tipo de discapacidad, lo que equivale al 4.54% de la población total. Entre ellas, alrededor de 15 mil presentan dificultad para caminar, 14 mil discapacidad visual, 6 mil motriz, 6 mil auditiva, 5 mil para recordar y 4 mil para comunicarse. (Una persona puede tener más de una discapacidad y estar contabilizada en más de una categoría). Por otro lado, la población con limitaciones funcionales resulta aún más amplia, con más de 76 mil personas (10.64% del total). De este grupo, cerca de 23 mil tienen limitaciones para caminar, 50 mil para ver, 14 mil para escuchar, 13 mil para recordar, 8 mil presentan limitaciones mentales, 4 mil para comunicarse y 3 mil motrices. Frente a este panorama, el Instituto Municipal de Planeación y Competitividad (IMPLAN) de Torreón ha planteado proyectos que buscan priorizar a peatones y personas con discapacidad, en sintonía con la pirámide de la movilidad. Estas estrategias incluyen el ensanchamiento de banquetas, rampas tipo abanico con pendientes adecuadas para sillas de ruedas, líneas guía, semáforos peatonales sonoros, entre otros recursos de accesibilidad. Dichas medidas se contemplan en el Plan Director de Desarrollo Urbano, en programas parciales como los del Centro Histórico, Zona Norte, El Ranchito y Mieleras, así como en planes sectoriales como el de Movilidad Activa, el Estudio Técnico de Movilidad, el Plan de Acción Climática y el Manual de Infraestructura Verde.
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