Actualmente, estamos cada vez más inmersos en las nuevas tecnologías, al punto de volvernos dependientes de dispositivos electrónicos como celulares, tabletas o computadoras, y la niñez no es la excepción. Desde temprana edad, niñas y niños están en contacto con pantallas, juegos electrónicos y aplicaciones, lo cual plantea tanto desafíos como oportunidades. Por eso es importante abordar esta realidad con una mirada crítica, basada en evidencia científica y centrada en el desarrollo integral de la niñez. La tecnología, en contextos educativos y con acompañamiento adulto, puede favorecer el desarrollo de habilidades cognitivas, lingüísticas y socioemocionales. Según Hirsh-Pasek et al. (2015), el uso de herramientas digitales interactivas puede fomentar el aprendizaje activo y el pensamiento crítico, siempre que se integren de forma significativa en los entornos pedagógicos. Aplicaciones educativas bien diseñadas permiten reforzar contenidos escolares, personalizar el aprendizaje y motivarles desde sus propios intereses. La Academia Americana de Pediatría (AAP, 2016) recomienda que los niños de 2 a 5 años no superen una hora diaria de pantalla con contenido de calidad, siempre en compañía de un adulto que dialogue y contextualice lo visualizado. Estas pautas subrayan la importancia de una mediación activa, en la que padres, madres y cuidadores orienten el uso de la tecnología como una herramienta complementaria, y no como un sustituto de las experiencias físicas y relacionales. Asimismo, se hace necesaria una alfabetización digital temprana, que no solo implique el uso técnico de dispositivos, sino también el desarrollo de habilidades críticas, éticas y emocionales para navegar en entornos digitales. Como señala Livingstone et al. (2018), es fundamental concientizar a los menores y sus familias para que comprendan los riesgos en línea —como la privacidad, el ciberacoso o la exposición a contenidos inadecuados— y sepan actuar ante ellos. Según el Instituto de Neurociencias Aplicadas (INA), el uso desmedido de los dispositivos electrónicos puede tener consecuencias significativas en la salud mental de las infancias, como, por ejemplo: Distracciones Digitales y Bienestar Emocional: El constante flujo de notificaciones y contenido digital puede conducir a distracciones constantes para los pequeños afectando su capacidad para concentrarse y desarrollar habilidades de autorregulación emocional. Además, la exposición prolongada a dispositivos electrónicos también se ha relacionado con mayores niveles de ansiedad y dificultades para conciliar el sueño en los niños. Interacción Social y Desarrollo Social: El tiempo excesivo que los niños pasan en sus celulares puede disminuir las oportunidades de interacción social cara a cara afectando negativamente el desarrollo de sus habilidades sociales, como la empatía y la comprensión emocional, que son fundamentales para establecer relaciones saludables y satisfactorias a lo largo de la vida. Conexión Digital y Aislamiento Emocional: Aunque los celulares pueden proporcionar una conexión digital, también pueden contribuir al aislamiento emocional. Los niños que pasan demasiado tiempo en sus dispositivos pueden sentirse desconectados de la realidad y perderse momentos importantes de interacción en el mundo real, lo que puede afectar su bienestar emocional y su desarrollo psicosocial. Con información del Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, en Torreón la población infantil de 0 a 4 años asciende a 58,733; en el rango de 5 a 9 años hay 59,314 niñas y niños; y en el de 10 a 14 años la cifra es de 59,758. Además, de las viviendas particulares habitadas en el municipio, 136,176 cuentan con conexión a Internet, mientras que 99,164 disponen de computadora, laptop o tableta. Algunas de las iniciativas o estrategias en las que el IMPLAN ha contribuido, y que están dirigidas —directa o indirectamente— al bienestar de la niñez, incluyen planes y diagnósticos que están orientados a recuperar espacios abiertos, como parques, plazas y espacios deportivos. Esto proporciona entornos más seguros y sanos para que las niñas y los niños puedan jugar, socializar y desarrollar actividades al aire libre. Además, a partir de sus análisis de tránsito, transporte y seguridad vial, el IMPLAN proporciona recomendaciones para implementar cruces más seguros, zonas 30 o ciclovías, ayudando así a que los espacios sean más transitables tanto para adultos como para la población infantil. En definitiva, el IMPLAN puede funcionar como el puente entre la información, la toma de decisiones y la ejecución de políticas públicas más eficientes, ayudando así a que la tecnología contribuya al desarrollo de la niñez en Torreón. En conclusión, la tecnología puede enriquecer la niñez si se integra de forma consciente, regulada y pedagógica. No se trata de excluir las pantallas, sino de establecer un equilibrio entre lo digital y lo analógico, priorizando siempre el bienestar, la autonomía y el desarrollo saludable de la población infantil.
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